Nuestro Harry llevaba ya diez añazos con Petu y su familia. No se llevaba con ellos, ni ellos con él. Harry era un enclenque malote que se juntaba con gente del instituto, a pesar de que no eran sus amiguitos, pues no tenía ninguno verdadero. qué triste, ¿no?
El día del cumple de Dudley (su primazo, pues pesaba 120 kilos) le regalaron un coche peugeot. Al verlo, se puso a llorar. Harry pensaba que era de la emoción, y pensó "Qué chaval más cursi". Pero luego se enteró (Harry no era un tipo muy espabilado) de que lloraba porque quería un toyota. De todas formas, no pudo conducir mucho en su undécimo cumpleaños, pues la vecina, doña Coti Ya, lo había visto todo, desde que Dudley fue a ponerse la ropa hasta que vio el coche, y había llamado a la pasma. Al parecer, Coti Ya pensaba que Dudley no era lo suficientemente mayor para conducir un cohecito de nada. Harry, aunque odiaba a su primito por el favoritismo y sus amigos, sitió que su deber como malote era vengar al coche que los polis habían arrebatado a su primo. Quiso romper el espejo retrovisor del coche del poli, y se dio cuenta con sorpresa de que mientras lo miraba, ¡¡había estallado!! INCREÍBLE.
Le castigaron en su habitación, y Harry, enfadado fue a la habitación de Dud, donde tenía su mascota, que era una boa constrictor del mismísimo Brasil. Como tantos otros días, le dijo a la serpiente que se metira en la cuna en la que Dud todavía dormía.