Morgan estaba sorprendida, a pesar de que su idea general de "la humanidad" no era muy agradable que digamos, Peter había conseguido romper esos estereotipos. Lo que él había dicho había conseguido dejarla sin habla, algo que no era nada fácil. Tal fue así, que Morgan consideró que esta había sido la conversación más decente que había tenido en su vida, y teniendo en cuenta que la mayoría de diálogos que había tenido habían sido consigo misma (y teniendo en cuenta lo mucho que se apreciaba Morgan), eso ya era decir.
_ Sabes _ dijo Peter _ llevo unos días detrás de una panda de criminales de poca monta. Si de verdad crees que hacer una buena obra no vale la pena, te invito a acompañarme esta noche y ayudarme a atraparlos. Si después de eso no te sientes ni un pelín bien, te daré la razón. Y no sé tú, pero a tu padre le encantaba que le dieran la razón.
_ Trato hecho _ dijo Morgan extendiendo la mano _ Además, sé exactamente qué utilizar.
Morgan se levantó de la mesa y le hizo un gesto a Peter con la cabeza para que le siguiera. Salieron del jardín y Morgan entró en el cobertizo que había detrás de la casa, se paró un segundo en el umbral y frunció el ceño. Acto seguido empezó a desbaratar la habitación.
_ ¿Qué haces?
_ Buscar... unas... gafas... _ dijo mientras miraba debajo de la mesa _ Recuerdo que cuando era pequeña entré aquí, cogí unas gafas y... y luego un puerta se abrió como por allí _ explicó señalando una pared vacía.
De repente, a Peter se le iluminó la mente. Metió su mano en el bolsillo de sus pantalones y sacó las gafas que Stark le había regalado.
_ ¿Son éstas? _ dijo mostrándole unas gafas metalizadas bastante grandes.
Morgan se giró y puso los ojos como platos.
_ ¿P-por qué las tienes tú? _ tartamudeó.
_ Porque... Él me las dio.