¿Qué estaba ocurriendo? Ni si quiera Minny lo sabía. Un sentimiento la invadía por dentro, como si en vez de tener sangre en su cuerpo, tuviera aceite, aceite ardiendo. Minny notaba también una especie de presión en el pecho que la reprimía. No se había movido de allí en ningún momento ni había hecho ningún esfuerzo innecesario, aún así, parecía que se hubiera pasado horas corriendo, las piernas empezaban a fallarle, y las manos le temblaban.
Aprovechando que todo el mundo estaba distraído, Minny cogió a Dylan de la camiseta y tiró de él hasta la salida. Por el camino, varios hechizos (algunos maldiciones asesinas) golpearon en el escudo que les protegía, el cual no se inmutó y siguió manteniéndolos a salvo hasta que llegaron a la puerta que comunicaba con el exterior. Antes de salir corriendo, Minny se dió media vuelta y miró dentro del salón. Su padre la miraba atónito y Belén, que contra viento y marea siempre se ponía de su lado, le gritó que corriera e intentó detener a tantos aurores y mortífagos como pudo.
Minny volvió a girarse y siguió tirando de Dylan calle abajo.
_ ¡¿Adónde se supone que vas?! _ exclamó este eufórico.
_ ¡No tengo ni la menor idea pero tú sigue corriendo!
Y así lo hicieron. Corrieron y corrieron intentando alegarse lo máximo posible de los aurores que los perseguían, pero a pesar de que ambos eran rápidos, ellos ya estaban exhaustos y los aurores apenas empezaban a cansarse. Después de un último esfuerzo, Minny optó por refugiarse en un callejón. Mientras recobraban el aliento, escucharon los pasos de los aurores acercándose cada vez más... y más...
_ No hay salida _ dijo Dylan jadeando _ ¿Qué vamos a hacer?
_ Yo... Creo que...
Minny tenía un plan en mente, pero no sabía con certeza que fuera a funcionar, pero al fin de al cabo, ¿qué otra opción tenían.
_ Ehm... ¿Has estado alguna vez en la mar? _ preguntó.
_ En el... ¿qué?
_ ¡Tú solo responde a la pregunta! _ gritó Minny histérica.
_ De acuerdo, de acuerdo... Esto... Sí, he estado una vez, ¿pero por qué...?
_ ¡No hay tiempo! Dylan se que es extraño, pero necesito que cojas mi mano, cierres los ojos y intentes visualizar la imagen de esa playa en tu mente.
La verdad sea dicha, si un desconocido te dijera esto por la calle... Bueno, lo más probable es que salieras corriendo, pero Dylan confía en Minny más que en nada, y apresar de lo que acababa de pasar, Minny también. Y, en fin, con la confianza no se regatea. Dylan asintió firme y siguió al pie de la letra las instrucciones de Minny.