Y allí estaban, nada más y nada menos que en frente del edificio con el mayor número de mortífagos reunidos. Sin embargo, Ópidum no se parecía ni de lejos a lo que los chicos habían imaginado. Frente a ellos se encontraba un enorme descampado que parecía haber albergado un edificio en el pasado, pero que ahora no era más que un conjunto de piedras desperdigadas formando unas ruinas.
_ ¿Esto es Ópidum? _ preguntó Minny.
_ No _ respondió Belén _ Éste es el hechizo que protege Ópidum. Crea una ilusión que hace que tanto muggles como magos sólo sean capaces de ver ruinas. Es como el hechizo que protege Hogwarts pero... Mucho más fuerte. Por eso nos va a costar mucho más quitarlo.
_ Pero... Si utilizamos magia el Ministerio nos encontrará, ¿no? _ dijo Dylan preocupado.
_ Sí, pero no tenemos otra opción _ y dicho esto, sacó su varita y se dirigió a sus amigos _ No es un hechizo muy difícil, pero yo solo lo he hecho una vez, ¡y ni siquiera me lo enseñaron! Pero, al fin de al cabo, somos cuatro, y por muy mal que nos salga el hechizo, creo que podremos invalidarlo. El conjuro es... ¡Volo intrare!
Belén golpeó la varita con un giro circular y de ella salió una ráfaga de luz gris brillante, y cómo si delante de ella hubiera una pared transparente, el hechizo se frenó y se desvaneció.
Los chicos se acercaron a Belén y se colocaron en línea frente a las ruinas, levantaron la varita y conjugaron el hechizo al unísono: "¡Volo intrare!"
Mientras sus hechizos volaban por el aire, se unieron hasta formar una sola ráfaga de luz, grande y poderosa. Cómo había pasado antes con el hechizo de Belén, sus hechizos parecían golpear un pared invisible, pero en vez de desvanecerse, su hechizo atravesó el aire. Habían invalidado el conjuro protector.