Minny y Dominique siguieron caminando durante al menos dos horas, guiadas por Belén. Agotadas y hambrientas se refugiaron del calor en un callejón oscuro, muy estrecho y aislado. Minny cogió la bola de cristal que Teddy le había regalado y la levantó en el aire mientras observaba el liquidillo azul que flotaba en el interior.
_ ¿Como funciona? _ preguntó Minny, tocando el cristal de la bola como si fuera la pantalla de un móvil.
_ Di el nombre de la persona con la que quieras hablar y colócate frente a la bola _ respondió Dominique con una leve sonrisa en el rostro, como si le acabara de explicar a Minny como se respira. Minny obedeció, colocó la bola a la altura de su cabeza y exclamó:
_ ¡Ginerva Potter! _ el líquido del interior de la bola empezó a moverse más y más rápido. Cuando a Minny le dió la impresión de que la sustancia estaba a punto de estallar, ésta se paró en seco, y además, pasó de ser un azul claro, a un plateado intenso y brillante. Después de unos segundos, el líquido plateado volvió a moverse, solo que esta vez no en círculos, sino creando el contorno de una cara, que cada vez se distinguía con más claridad. La cara de Ginny flotaba dentro de la bola de cristal, como si fuera una especie de gas reluciente. Ginny movió la boca, la cuál emitió el sonido de su voz, aunque de manera más grave y distante, como si la estuviera hablando desde dentro de un cueva con mucho eco.
_ ¡Minny! ¿Te encuentras bien? _ preguntó la voz de su madre.
_ Sí, sí, estoy bien, ¿cómo estáis vosotros? _ dijo Minny muy emocionada, sin dar crédito a lo que veían sus ojos.
_ Preocupados Minny, tus hermanos no quieren perderte, y menos ahora que acababan de encontrarte _ respondió Ginny.
_ No me perderéis mamá, lo prometo _ repuso Minny acariciando la bola de cristal como si su madre pudiera sentir el tacto de su piel _ Te quiero mamá _ los ojos de Minny empezaron a humedecerse, era la primera vez que le decía a su madre que la quería, pues, a pesar de sentirlo así, le resultaba extraño pronunciar esas palabras, ya que aunque Minny sabía que era su madre, también sabía que la acababa de conocer y, aunque le costara admitirlo, para ella era más una extraña que una madre.
_ Yo tam... _ empezó a decir Ginny, pero alguien la interrumpió.
_ ¿Qué ocurre aquí? _ la voz en un chico prorrumpió desde el final del callejón, Minny se giró para verle la cara, y la conexión con su madre se rompió, la cara de Ginny se desvaneció y el líquido volvió a su estado azul. Mientras Minny escondía la bola tras su espalda, el chico avanzado hasta que la luz de las farolas de alrededor dejó al descubierto su cara.